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La eficiencia energética consiste en usar de forma adecuada y eficiencia, valga la redundancia, la energía de la que disponemos en casa, trabajo, lugares de ocio, entre otros. El objetivo de esta práctica es conseguir la reducción del consumo de energía.
La eficiencia energética aplicada en empresas
Esta premisa le va como anillo al dedo a una empresa: producir más gastando menos. ¿Una utopía? Ni mucho menos, hoy en día resulta totalmente plausible y real el objetivo de la eficiencia energética.
De hecho, cada vez más son las empresas (industrias en su mayoría) que han rechazado muchos productos o servicios al no estar en consonancia con esta base de ahorro energético. Es decir, al no ir en pro la ecología y la conservación, estas empresas no los aceptan.
Por ello podemos afirmar sin ningún lugar a dudas o a errores que las empresas del siglo XXI apuestan firmemente por las tecnologías y los hábitos de consumo energético responsables. Tanto sus empleados más rasos como sus directivos y CEOs lo llevan a cabo.
Así pues, ¿cómo se traduce la eficiencia energética en las empresas? Ahora lo veremos.
Empresas y eficiencia energética, ¿cómo conseguir su unión?
La eficiencia energética se aplica en muchos ámbitos de la vida diaria: el uso de electrodomésticos, en hábitos de cotidianos relacionados con el uso de la energía, en edificios y, por supuesto, en industrias y empresas.
Todo aquel sujeto, tanto físico como fiscal, que esté sujeto o implicado, directa o indirectamente, en el uso y consumo de energía, está vinculado a la eficiencia energética. Y por ende, también está vinculado a su buen procedimiento.
La eficiencia energética no se consigue gracias a una serie de factores, por supuesto, los cuales deben estar avalados y certificados por un profesional técnico. Es decir, por mucho que una empresa siga y aplique una serie de “buenas prácticas” energéticas, si nadie las avala, no podrá afirmar que posee eficiencia energética.
Por este motivo, si bien el primer paso para conseguir la eficiencia energética es seguir unas buenas prácticas, el segundo es conseguir que estas prácticas sean avaladas por un técnico también certificado.
Este paso es tan o más importante que el primero, pues consiste en el que acredita a la empresa y le apoya en su afirmación de que, efectivamente, sigue una eficiencia energética.
¿Qué es y cómo conseguir el certificado de eficiencia energética?
El documento de certificado de eficiencia energética, también denominado certificado energético, debe estar redactado por un técnico también certificado y competente.
Éste debe realizarlo describiendo información objetiva sobre las características del inmueble donde se realiza la actividad y de los procesos o fases llevadas a cabo.
Los datos o hábitos que evalúa el técnico están relacionados con el consumo de energía. Dicho de otra manera, todo lo evaluado consume energía. No obstante, durante el proceso de evaluación se analizan su estado, las formas de consumo de energía y su valor.
El documento consta de este informe detallado que comentábamos anteriormente, así como una serie de anexos. A saber:
- Información técnica del inmueble: año de construcción, metros cuadrados, estado.
- Explicación de la calificación energética asignada.
- Recomendaciones para alcanzar más eficiencia energética.
- Las operaciones técnicas realizadas para la evaluación presentada.
¿Es obligatorio para mi empresa tener un certificado de eficiencia energética?
Salvo excepciones muy concretas, este documento se convierte en obligatorio para cualquier propietario de un edificio, piso, casa, industria o locales comerciales que son susceptibles a una operación de compra/venta o alquiler.
A continuación os comentamos en qué casos NO es obligatorio:
- Edificios o lugares que permanecerán abiertos durante su utilización.
- Monumentos o lugares históricos protegidos.
- Construcciones y edificios dedicados al culto religioso.
- Locales o edificios cuya construcción se realice para un uso provisional que no supere los veinticuatro meses.
- Lugares y edificios con un objetivo industrial o agrícola no residencial ni comercial.
- Edificios aislados y menores a cincuenta metros cuadrados. No confundir con los pisos de este mismo tamaño, pues estos sí están obligados.
- Inmuebles cuya compra está enfocada a ser destruidos o demolidos.
- Inmuebles habitables cuyo alquiler se extienda a períodos inferiores a dieciséis semanas anuales.
- Edificios técnicamente sencillos y cuyo uso sea muy eventual.
Como se puede apreciar, la eficiencia energética resulta un punto a favor para la autoridad, el prestigio y la importancia de una empresa. Sobre todo en lo que a valoraciones sostenibles relacionadas con lo energético se refiere.